Quisiéramos arrancar de raíz y ser liberados de una vez por todas del problema que nos preocupa, del sentimiento que nos angustia, de la persona que nos estorba, y sobretodo de la fragilidad nuestra que nos debilita. Quisiéramos no sentir más los signos de malestar que nos dan nuestro cuerpo y nuestro corazón mientras el caminar se hace largo y difícil. Quisiéramos haber terminado ya con el dolor, la maldad, la corrupción, la pobreza, la injusticia.... Estamos cansados e indignados.
¿Y qué hace Dios?
Ipacieeeencia Ñandejára.
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