Si
su espectáculo no brilla, cambiamos
el canal. Si su
discurso no gusta, tenemos muchas maneras para distraernos. Si la
lección es demasiada complicada, miramos del otro lado. Si no nos
atienden, les ignoramos. Si no hacen cómo les decimos, les
escrachamos. Si sufren la más mínima contradicción, ya no
queremos saber nada de ellos. Si no están en la onda de hoy, ¡al
tacho! Si desvían de la norma, ¡castigo ejemplar! Si fallan con
nosotros, les mandamos al infierno. Pero, dice Jesús, no saben de
qué semilla son. Hace falta un discernimiento más profundo.
Hay que esperar la cosecha y la cosecha es de Dios, no de nuestro
juicio humano. Poderosa invitación a la paciencia y la humildad.
https://disciplinahaciator.blogspot.com
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