viernes, 19 de agosto de 2016

¿Para todos o para pocos?


¿Quién se salva? ¿La fe es un don inmenso y gratuito o un compromiso serio y exigente? Las dos cosas. La invitación de Dios pasa todas nuestras fronteras y rompe los muros. Nosotros creemos que Él tiene la iniciativa y ama “sin límites”. Su misericordia derrite los corazones duros y alcanza a los más excluidos. Cuando Él ama, ya no hace falta correr lejos o valernos por nosotros mismos únicamente. Pero, también, seguir a Jesús nos lleva sobre un camino estrecho que muchos no aceptan recorrer, por muchos motivos. Jesús pide una apertura vigilante, una coherencia, vivir en la justicia. No podemos sólo tener la boleta para pasar.

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