Es
lo que repite la gente y el otro crucificado a Jesús. Es una forma
de ver el liderazgo: primero el líder. Que se salve. Que muestre
su poder superior a los demás, sino es un inútil. Por esto tanta
corrupción y malos manejos. Por esto la confusión entre negocios
propios y servicio público. Por esto “ubicar” a la propia
gente, aprovechar los contratos para “cortase una tajada”,
comprar los votos… En la familia, pensar primero en la ventaja
propia y no ver a las generaciones nuevas que nos comprometimos a
lanzar en su propio camino. En la Iglesia, defender nuestro estatus,
nuestra “posición” y no ver más a la gente que nos
comprometimos a servir. Sálvate a ti mismo porque estamos en
crisis, a punto de colapsar y hay que aprovechar lo que se puede.
Jesús renuncia a este camino. Es profeta y rey siendo humilde y
entregado, capaz de misericordia hasta en la hora de su muerte: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso.”
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