Durante
varias semanas del Tiempo Pascual estuvimos pasando entre la alegre
noticia de la Resurrección y el dolor de la separación y de la
partida. Día de la Ascensión, Jesús se va, pero dice: “Estoy
con ustedes para siempre”. Para nosotros, sus discípulos, es una
invitación a tener la misma confianza en nuestra “ausencia”. Si
nuestro testimonio es auténtico, la distancia y el tiempo sólo lo
pueden fortalecer. No se trata de la ausencia irresponsable que
abandona a los demás sino de una alianza de amor que los sigue y
acompaña, en el compromiso, en la oración, en la amistad. Por esto
las despedidas, por más dolorosas y difíciles, son tan importantes.
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