domingo, 15 de marzo de 2015

Mirar bien

Mirar a una serpiente. Mirar al crucificado. Mirar las heridas.  Mirar nuestras propias fragilidades.  Mirar nuestras fallas y nuestro pecado. Mirar a la gente excluida y mirar nuestra propia participación en esta exclusión.  Mirar la naturaleza devastada y mirar nuestras reacciones egoístas. Mirar al prójimo, tan otro, tan misterioso, con sus tesoros y limitaciones. Mirarnos a nosotros mismos como "otros", "otras".
Aprovechar esos momentos, cuando la vergüenza y otras resistencias nos incitan a la huida, para hacer una pausa y mirar.  Mirar y escuchar.  Al comienzo no da gusto.  Da miedo, rabia, cansancio, el cuerpo protesta.  Pero, poco a poco se discierne: el rostro de las personas.  Ahí Dios espera.

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