La
insistencia de Jesús sobre la corrupción y la insensibilidad que
vienen del dinero no es broma. Tampoco es ideología izquierdista.
Es una descripción de lo que los militares llaman “daños
colaterales”: se bombardea un objetivo pero sufren y mueren los
civiles que viven en la cercanía. Se acumulan riquezas, algunos se
aprovechan con la “economía estimulada” mientras hay otros
muchos que pasan muy mal. Jesús está con esos que sufren. Con Lázaro. No puede
ser que la última moda sea más importante que una
familia que no come, que los números de la bolsa cuenten más que trabajadores que arriesgan sus vidas, que el sueldo de un futbolista se
compare con el presupuesto de una ciudad, que el poder económico de
unos traficantes compre la conciencia de representantes del pueblo,
que se viole la Madre Tierra sin pagar las consecuencias, que las
familias de nuestro campo se estén muriendo por que se “transiciona
hacia una agricultura más productiva” que alimenta animales en
otros países… Algo anda mal.
Percepciones, reflexiones y meditaciones compartidas, en la Diócesis de San Pedro Apóstol, Paraguay
sábado, 24 de septiembre de 2016
sábado, 17 de septiembre de 2016
Sin vergüenza
Jesús
cuenta una parábola donde pone en la boca del patrón un elogio a su
capataz sin vergüenza. Lo alaba no por su deshonestidad sino por su
astucia, su capacidad de razonar y organizar, un poco como cuando
miramos a los ladrones y nos maravillamos porque son “ingeniosos”
y decimos que son “inteligentes”. Letrado, ivale. “Los
hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz.”
Al final es una terrible advertencia: los que creen en Jesús deben
salir de su ingenuidad tranquila, sacudir su conformismo, despertar
su sentido moral. No puede ser que nos arrodillemos delante del dios
de la riqueza, y nos olvidemos de los más pobres que son
“descartados” por un sistema injusto manejado por esos “astutos”.
viernes, 9 de septiembre de 2016
Perdido y encontrado
El
capítulo de la misericordia en Lucas, las parábolas que tanto nos
alientan. El texto no explica tanto por qué se perdió la oveja, la
moneda, el hijo. Describe sin más: se perdió… Hay muchas
historias así: personas que dando vueltas en la vida, un buen día
se encuentran perdidas, desorientadas, necesitando una mano. En el
texto, esto le dio al pastor, a la ama de casa, al padre, un
quebranto tremendo y encontrarlos de nuevo, una alegría
extraordinaria. Ésta es la alegría de Dios. Y al vecindario, a
los compañeros pastores, a toda la comarca pero sobre todo al hijo
mayor, el buen seguidor que cumple todos los mandatos, el Padre pide
sencillamente esto: compartir esta alegría.
sábado, 3 de septiembre de 2016
Renunciar
Palabra
fea hoy en día. Como cantaban unos rockeros en los 90, “lo quiero
todo y lo quiero ahora” parece ser el lema de nuestra sociedad.
Pero si decidir es lo que nos construye como personas, siempre, en el
corazón de la decisión, hay opciones y renuncias. Esto es ser
humano. Amar a una sola pareja. Amar a los hijos e hijas que
tenemos.
Amar el oficio y el trabajo en él que decidí perseverar. Amar
a mi comunidad real y renunciar a la ideal. Cuando
somos jóvenes, elegimos también y dejamos de lado muchas
posibilidades. Más
avanzamos en la vida, más hay un solo camino, a elegir cada día
entre los posibles que
se nos presentan, y renunciar…
Es normal. Es sano. Jesús radicaliza esta dimensión humana
fundamental. Para seguir su camino, invita
a renunciar a lo que
nos aleja del "Reino", renunciar a lo
que no nos abre al
amor.
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