La
insistencia de Jesús sobre la corrupción y la insensibilidad que
vienen del dinero no es broma. Tampoco es ideología izquierdista.
Es una descripción de lo que los militares llaman “daños
colaterales”: se bombardea un objetivo pero sufren y mueren los
civiles que viven en la cercanía. Se acumulan riquezas, algunos se
aprovechan con la “economía estimulada” mientras hay otros
muchos que pasan muy mal. Jesús está con esos que sufren. Con Lázaro. No puede
ser que la última moda sea más importante que una
familia que no come, que los números de la bolsa cuenten más que trabajadores que arriesgan sus vidas, que el sueldo de un futbolista se
compare con el presupuesto de una ciudad, que el poder económico de
unos traficantes compre la conciencia de representantes del pueblo,
que se viole la Madre Tierra sin pagar las consecuencias, que las
familias de nuestro campo se estén muriendo por que se “transiciona
hacia una agricultura más productiva” que alimenta animales en
otros países… Algo anda mal.
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