viernes, 21 de octubre de 2016

Justificación


La aventura con Dios no te deja tranquilo y seguro. Delante de Él, no hay certificado que vale punto, no hay pasaporte para pasar la prueba del juicio, no se puede acumular un capital. La vida con Dios es gracia y la única actitud sana es la apertura para recibir, escuchar, ser “trabajados” por la misericordia, incluso cuando duele y “no da gusto”. El pecado es lo contrario: blindarse, atrincherarse, encerrarse en un mundo de prácticas y doctrinas seguras que te hacen perder de vista el riesgo de la relación. A la otra persona sólo se la ve para evaluar, comparar, defenderse, justificarse. No hay encuentro con los demás, ni con Dios. La “vida recta” hizo morir el amor.

viernes, 14 de octubre de 2016

Insistir

Lo presentan como una disposición en la oración pero es una auténtica actitud en la vida. Lo contrario es dejar, abandonar,… Ha’éma chupe. Le dije ya una vez, y dejo de recordar, me voy contento por haber cumplido una parte del contrato de comunicación y frustrado por no conseguir. La comunicación verdadera entre nosotros supone otra postura: buscar al otro, sentirle, asegurar que la comunicación fue clara, ayudarle a responder, escuchar mucho. Lo mismo va con nuestros objetivos sociales: hay que insistir. A veces tiene pinta de “ser pesado”. Pero veo más situaciones de “ñembotavy”. Parece que no se quiere realmente conseguir el objetivo, que es demasiado esfuerzo, que es mejor que no se realice porque así se puede permanecer en una situación de queja, en una insatisfacción existencial que justifica la inmovilidad y la desconfianza. Al final el plagueo es más fácil y más agradable, menos comprometedor que el objetivo buscado con insistencia.

sábado, 8 de octubre de 2016

¡Agradecida!

Tengo una amiga que siempre concluye así sus conversaciones, cuando pide o recibe algo, y a veces por nada, sólo porque le brota esta palabra. ¡Agradecida! Es como más que “¡Gracias!”. Es una nueva mirada sobre el favor recibido, sintiéndolo como un regalo, recordando el don y sobre todo la relación entre las personas que viven el intercambio. Es valorar el regalo y la persona que lo hace poniéndose en actitud diferente, abierta, participativa, humilde, alegre, en paz. Es conservar al otro, adentro suyo, y no huir con la ventaja conseguida, como si se valorara más el provecho que la relación. Por todos estos motivos, Jesús puede decir al samaritano sanado: “Tu fe te ha salvado.” Es como decir: tu fe te hace ver de otra forma la vida, y esto es el verdadero milagro, esto es la salvación.

sábado, 1 de octubre de 2016

El salario de la fe

¡Aumenta nuestra fe!” Porque es muy difícil perdonar (el texto justo antes, Lc 17,3-4) y cumplir las exigencias del llamado de Jesús. La fe no es solamente un medio especial para tener un poder y hacer milagros, es una manera de vivir donde recibimos de Dios los dones, las exigencias, los llamados, las tareas, las dificultades y las persecuciones. No podemos reclamar como si fuera nuestro derecho. ¡Cuántos/as servidores de la Iglesia que muestran sus obras o su jerarquía como títulos que les daría derecho a un trato diferente! ¡Cuántos devotos que exhiben su piedad como un pasaporte para reclamar a Dios! ¡Cuántos creyentes que piden ser exentos de las condiciones normales de la vida! Somos servidores “inútiles”... a quienes no se tiene que agradecer o retribuir o reconocer; nos toca vivir en la fe, recibiendo todo como gracia de Dios.