viernes, 21 de octubre de 2016

Justificación


La aventura con Dios no te deja tranquilo y seguro. Delante de Él, no hay certificado que vale punto, no hay pasaporte para pasar la prueba del juicio, no se puede acumular un capital. La vida con Dios es gracia y la única actitud sana es la apertura para recibir, escuchar, ser “trabajados” por la misericordia, incluso cuando duele y “no da gusto”. El pecado es lo contrario: blindarse, atrincherarse, encerrarse en un mundo de prácticas y doctrinas seguras que te hacen perder de vista el riesgo de la relación. A la otra persona sólo se la ve para evaluar, comparar, defenderse, justificarse. No hay encuentro con los demás, ni con Dios. La “vida recta” hizo morir el amor.

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