Muchas
veces encontraremos esta fórmula durante el “Año Mateo”. No es
una fórmula vacía. Tampoco es una suerte de “prueba mágica”,
como si estuviera diciendo: mira… lo sabían años, siglos antes, y
todo pasó como habían predicho. No. Es mucho más profundo. Mateo
quiere decir: Jesús cumple las aspiraciones más profundas de su
cultura, de su religión, de su lenguaje. Así como nosotros tenemos
muchas palabras cargadas de afecto y de significado: sy,
kuimba’e, mburuvicha, juaju, jaiko ojuehe
oñopehenguéicha,… y aspiramos a que revelen su pleno sentido
en la vida de las personas, en nuestras vidas, sin la corrupción
habitual que suele embarrarlas. El Evangelio dice: Jesús, sí,
cumplió, llenó, hizo realidad el lenguaje de su mundo. A su
ejemplo, y por la fuerza del Espíritu Santo, podemos hacer realidad
los anhelos profundos de nuestra cultura y nuestra lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario