viernes, 8 de agosto de 2014

El murmullo de una tenue brisa

Me inspira una conversación y un texto de Carlos Mesters.  Elías tuvo que cambiar su representación de Dios.  Esperaba el Dios de las grandes acciones como el Éxodo, las plagas, el pasar del mar, el acabar con los enemigos.  El Dios de los truenos y tormentas.  El Dios de los luchadores.  Pero los tiempos habían cambiado.  Dios ya no se mostraba como antes.  Tuvo que aprender otra dimensión, la de la paciencia, la de la comunión, la de una realidad menos blanco y negro, más compleja, más abierta a la compasión y la misericordia. Un Dios que no "pisa fuerte" sino que roza delicadamente como "el murmullo de una tenue brisa".

Pedro por su parte representa a los discípulos que se lanzaron en la aventura del servicio, de la apertura a Dios y a los demás, que vivieron exaltaciones y atrevimientos y ahora se cansan, se asustan, se dan cuenta de la locura en la que sus opciones les han llevado.  También a él, a ellos y ellas, a nosotros, nos toca un cambio de representación y una profundización de la fe.

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