jueves, 19 de junio de 2014

Pedro llamado

Primer día de la novena a San Pedro
Textos: 2Pe 1,3-11; Salmo 139; Juan 1,35-51

En el evangelio de Lucas, Jesús llamó a Pedro en su lugar de trabajo, la pesca, la barca, el negocio familiar. Hizo un signo: una pesca milagrosa. Aquí tenemos otro relato, el de Juan, y Pedro encuentra a Jesús a través de la red de amigos. En seguida, Jesús lo destaca y lo llama, le cambia el nombre. En su propia carta, nos habla de qué quiere decir ser llamado: recibir abundantes gracias. Nos invita a responder con un “sí” decidido, firme, comprometido.

Ser llamado. Por ahí todo empieza. Alguien grita tu nombre en la muchedumbre. Alguien te “llama” por teléfono o golpea a tu puerta. Alguien dice tu nombre para saber si estás ahí. Eres invitado/a en un concurso, a un trabajo, a una misión. Ser llamado/a es ser:
  • Elegido/a: alguien te conoce y te reconoce. Alguien vota por ti. Te tiene confianza, se juega por vos. “Dios te llama” tiene todos estos significados: Dios te conoce y te reconoce. Dios te tiene confianza. Se juega por ti.
  • Amada/o. A un nivel aún más profundo, ser llamada/o quiere decir que alguien te destacó, vio tu diferencia y la desea. No sos una réplica dentro de una tropa. Sos una persona única y hermosa. Quien te llamó quiere servir esta belleza única tuya. Eres importante.
  • Invitado/a. A una celebración, a una fiesta, a una boda, a un acontecimiento feliz. A una convivencia, a compartir la presencia del que llamó. También a un crecimiento. A un cambio, una conversión, que puede ser dolorosa pero que tiene un sentido de liberación, de plenitud. Estás invitado a vivir y vivir en abundancia (Juan 10,10).
  • Enviado/a. Llamado tiene la idea de oficio, de trabajar, de servir, de participar en una obra, en colaboración con otras/os. Cuando se te llama, se te confía también una responsabilidad. Alguien se juega por vos para que ahora te juegues por un proyecto, por otras personas, por este mismo que te llamó.
Así va con Pedro. Parece que Jesús le ve más que él a si mismo. Reconoce en él un “algo”, le hace el Pedro, la Piedra. Le hace pescador de hombres. Le muestra una confianza que, parece, él no tiene por sí mismo. Es invitado a profundizar el sentido de su propio nombre, como nosotros ahora, sampedranos, miembros de la diócesis de San Pedro Apóstol. Con Pedro somos invitados/as a “estar con él”, en la amistad, y a entrar en su proyecto.

Así empieza la vida cristiana, por el llamado de Dios, en Jesucristo. Sorpresivamente. De la nada. Gratuitamente. No porque somos buenos o mejores. No porque sabemos más. Solamente porque él nos elige, nos conoce, nos ama, nos invita. Y la pregunta ¿porqué? ¿porqué a mí? no sirve. Buscar la razón o la explicación quita la fuerza del llamado. Es como si buscara entrar “en la mente de Dios”, para controlar, para explicar, para ver si no tiene una razón un poco interesada y egoísta.  Buscar el "porqué" nos hace seguir iguales como antes, protegidos del amor, sin abrirnos a la novedad de una convivencia con Jesús que se inicia en el llamado. ¿Porqué Dios eligió a Pedro? ¿Porqué a Moisés, a María, a Pablo, a un pueblo inmenso de gente, cada uno/a por su nombre? Esta pregunta no sirve. Dios eligió no más. Y las respuestas a este ¿porqué? (por que soy bueno/a, por que rezo, por que soy católico, por que puedo trabajar) sirven menos. Son también una manera de no abrirse a la relación. Lo que sí sirve es darse cuenta de este llamado, de esta elección, de esta confianza, de este amor, de esta invitación... y aceptar ser llamado/a, elegido/a, amada/o, invitada/o. Luego, una vida nueva comienza.

El llamado es para todos y todas. No solamente para pa'i, hermanas y “gente especial”. No es sólo para jóvenes que están eligiendo su carrera o comenzando su familia. A todas la edades, en todas las condiciones, en todos los ámbitos, hasta en la enfermedad, la muerte, la desgracia, hasta en los errores y en el pecado, Dios llama, Dios elige, ofrece su amor, invita. ¡Qué diferencia se vería si nosotras/os viviéramos nuestras vidas como llamados, como vocaciones, como respuesta al amor de Dios! Todo sería distinto. ¡Qué diferencia si dejáramos de preguntar: “¿Porqué a mí? ¿Porqué de esta manera?” tanto en las cosas felices como en las dificultades, si en vez de explicar y discutir, hiciéramos como Pedro, dejar las redes y la barca, y seguir a Jesús. Esto no quiere decir que no tengamos que preguntar y buscar sentido. Simplemente significa que todo lo que vivimos es una oportunidad para escuchar el llamado de Dios. Él pasa, como pasó aquella vez por la playa del lago y encontró a Pedro, pasa en nuestras vidas, en todo lo que experimentamos. Su llamado nos alcanza por la red de amigos, por la comunidad del barrio, por alguien en nuestra familia, por un programa de radio, por alguien que da su testimonio...

Sueño: personas y comunidades que descubren su llamado único e irrepetible, que saben en lo profundo que Dios les elige y les tiene confianza. Sueño: grupos de trabajadores y profesionales que compartan sobre cómo viven el llamado. Grupos de madres y padres que reflexionen sobre cómo la fe en Jesús transforma su manera de relacionarse en la familia. Comunidades que abran espacios para compartir las gracias recibidas y los llamados sentidos. No para buscar el porqué sino para compartir, sencillamente. ¿Qué significa ser agricultor hoy? ¿Cómo lo vivimos? ¿Cómo soy empleado público y cristiano? ¿Comerciante? ¿Comprometido en la salud? ¿Qué llamado –es decir qué gracia y qué tarea – el Señor hace a los/as educadoras/es? ¿A los políticos? ¿A los servidores de la Iglesia? Todas y todos somos llamadas/os e invitadas/os a vivir nuestra vida como una vocación.

1 comentario:

  1. ¡Buenas noches! Gracias por tu blog, muy enriquecedor es y va a ser. Me hizo pensar…y… gracias!! Porque me vuelve a iluminar, aclarar, refrescar, percibir ese “ring, ring” o “toc, toc, o esa “música” que suena, o ese “programa” de radio, o ese “libro”, o esas maneras y formas diferentes de “llamar” a través de personas o situaciones, tal vez diarias, y luego escuchar pronunciar “mi nombre” directamente en el oído o despacito y con delicadeza en mi corazón, de ese Alguien que me conoce más que a mí misma y que me Ama de una forma especial y única, esperando una respuesta mía, una acción que solamente yo, la puedo realizar, porque justamente todos somos diferentes pero mi “contribución” es importante para otros y para mi realización como persona. Él llama y espera, Él ama y punto, sin diferencias, ni preferencias…Ama!!
    Les acompaño, a la distancia, en la novena.
    MariSol

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