domingo, 23 de julio de 2017

¡Paciencia!

Si su espectáculo no brilla, cambiamos el canal. Si su discurso no gusta, tenemos muchas maneras para distraernos. Si la lección es demasiada complicada, miramos del otro lado. Si no nos atienden, les ignoramos. Si no hacen cómo les decimos, les escrachamos. Si sufren la más mínima contradicción, ya no queremos saber nada de ellos. Si no están en la onda de hoy, ¡al tacho! Si desvían de la norma, ¡castigo ejemplar! Si fallan con nosotros, les mandamos al infierno. Pero, dice Jesús, no saben de qué semilla son. Hace falta un discernimiento más profundo. Hay que esperar la cosecha y la cosecha es de Dios, no de nuestro juicio humano. Poderosa invitación a la paciencia y la humildad.

viernes, 30 de junio de 2017

Mío, tuyo, nuestro

En las manifestaciones de miedo a los extranjeros, a los refugiados, en el racismo que se nota en varios rincones del mundo (y del corazón humano), en las actitudes de clases celosas de sus privilegios, hay una postura de propietario: estoy en mi casa y esos diferentes, de afuera, tienen que comportarse, conformarse y no molestar. Por supuesto que quien entra en un mundo diferente tiene que aprender las costumbres locales, escuchar mucho, renacer en la nueva cultura. Pero nadie es dueño de la tierra, del sol, de la vida, del amor… Quien se hace dueño así, quien se cree absolutamente en su propia casa, quien agarra las cosas y las personas para poseer y controlarlas, lo perderá todo. Quien se hace libre para el Reino de Dios, quien da valor al amor y la entrega, éste estará en casa, en familia, en cualquier parte.

Homilia de la fiesta de San Pedro Apóstol

Me toca habitualmente comentar los textos de la liturgia pero, también me toca, algunas veces, compartir con ustedes nuestra vida diocesana, qué pasa en nuestra Iglesia de San Pedro Apóstol. Hoy quisiera entrar más por este lado. Comparto con ustedes pensamientos en construcción, no terminados, búsquedas. Para que sigamos buscando todos juntos.

El año pasado, desde la Pastoral Social diocesana, a partir de una iniciativa del P. Cristhian Páiva, lanzamos una reflexión: ¿cuál es el San Pedro que queremos? En los dos sentidos de la palabra: pe San Pedro jahayhúva, ha San Pedro jaipotáva. Veíamos que era tiempo de ayudar a nuestra feligresía a tocar muchos temas de interés social antes que lleguen las elecciones del 2018, para orientarse en medio de la confusión que muchas veces suscitan las campañas.

Tuvimos una sesión diocesana, un mini-congreso, el 26 de noviembre 2016, muy interesante, en Liberación. Luego un pequeño equipo tradujo las conclusiones en un cuadernito de animación que sirvió durante la última Cuaresma. Luego, los pa’i del decanato Aguaray prepararon temas de novena, así como acabamos de celebrar. Cada día un tema, con una reflexión:
  1. Las CEBs
  2. La tierra
  3. La Agricultura Familiar
  4. La justicia
  5. La educación
  6. El compromiso de los jóvenes
  7. El libro de la naturaleza y la salud
  8. Administrar la Casa Común
  9. Política y bien común
Un poco antes de nuestra novena, celebramos la asamblea diocesana en Itacurubi del Rosario. Ahí, hemos hablado de evaluar y reformular nuestro Plan de Pastoral. Para ello, estamos volviendo a leer los planes que nos han marcado como diócesis: La Iglesia que Queremos Edificar (elaborado con Mons. Oscar Páez), el Sínodo Diocesano que culminó en 2002 (con Mons. Fernando Lugo), y el nuevo plan “Echando las Redes” elaborado para el período 2012-2017 (con Mons. Adalberto Martínez). Esta vez, habrá también una gran consulta en toda la diócesis pero será alrededor de temas centrales. Nos dimos cuenta que necesitamos clarificar nuestro objetivo pastoral, hacer que sea una fuerza para movilizar las energías de toda la feligresía sampedrana. Necesitamos centrarnos, poner una prioridad.

Ya hay una sensibilidad común, un cierto consenso que aparece, y lo hemos visto pasar en la novena. No es casualidad que el primer tema fue, con el P. Celso, la Comunidad Eclesial de Base. Como diócesis somos orgullosos de nuestras 965 comunidades de base en todo el territorio, casi 100 sólo en San Pedro. Clamamos que nuestras parroquias son “comunidades de comunidades”. Pero debemos reconocer que el tejido comunitario nuestro se está deteriorando mucho. Muchas comunidades han dejado de tener vida: no se reúnen más, no celebran el domingo, no tienen objetivo común, consumen un poco de sacramentos sin tener un compromiso eclesial muy fuerte… La cuestión de la fe para muchos se ha vuelto superficial, no viene más de una práctica comunitaria profunda.

A nivel social, nunca fuimos más conectados, pero el individualismo consumista nos está aislando. No hay más necesidad de compartir las necesidades ajenas. Cada familia o cada individuo se las ve como puede, sin pedir nada a nadie, o pidiendo pero de manera casi anónima. De hecho, si vamos a debatir sobre esto, no queremos que nadie tenga la obligación “por necesidad” de formar comunidad. Queremos que todos los individuos tengan lo necesario para vivir según la dignidad de su persona. Pero debemos reconocer que nos entra una cultura donde hay menos compartir y menos diálogo sobre los grandes valores. Nos cuesta transmitirlos a las nuevas generaciones. Nuestras CEBs ya no tienen el mismo soporte social que tenían antes: el ñopytyvö, el jopói, la minga, el oñondivepa de los proyectos que han construido gran parte de nuestro paisaje económico y social actual. De alguna manera nuestras fiestas patronales son una expresión un poco nostálgica de lo que fue, o lo que debería ser la comunidad todos los días: un sentido de la celebración, la solidaridad, la comunión…

Aquí, de paso, nos damos cuenta que la cultura individualista y consumista afecta nuestra agricultura. La pequeña finca familiar está en peligro. El tema de la Agricultura Familiar Campesina (AFC) que también tocamos durante la novena, con los temas de la tierra, de la Casa Común como medio-ambiente a cuidar y administrar, hace parte de nuestro teko. Nuestro campo se muere. Y debemos reaccionar. No puede ser que lo abandonemos a las fuerzas del mercado y de un así llamado “desarollo” que no se preocupa por los delicados equilibrios ecológicos, ni por la gente y su cultura. Hay mucha especulación: el precio de la tierra sube y la tentación de vender es muy grande. Vender, ¿para qué futuro? Creemos que la tierra, la agricultura familiar campesina, el cuidado de los recursos naturales que no se pueden sencillamente chupar para crear provechos económicos, y también la vida comunitaria, creemos que todo esto es el futuro (y no sólo el pasado) de San Pedro.

La comunidad es un elemento fundamental de la vida cristiana. En el contacto humano directo, la solidaridad, el perdón y la reconciliación, el juego, el arte, el debate político, etc. no solamente crecemos como humanos sino que vivimos el sacramento de la vida en Dios. En este proceso de hacer comunidad y crecer juntos, aprendemos la vida de Jesús Servidor, no en teoría, sino en la práctica, a veces con dolor y dificultad. La comunidad no es una vida ideal. Es un camino concreto para ser más humanos y más hijos/as de Dios. Debemos revitalizar nuestras comunidades, unidades de base de nuestra Iglesia. La comunidad es el sacramento sin el cual los demás sacramentos no tienen sentido. Esto no lo invento yo, viene de la tradición de 2000 años de cristianismo.  No olvidemos también la "salida" que el Papa Francisco nos invita a vivir: no queremos comunidades replegadas sobre sí mismas, queremos comunidades interesadas y comprometidas en la suerte de su sociedad, su mundo.

Hacer comunidad es fundamental para nuestra fe y también es muy importante para nuestra sociedad. ¿Cómo vamos a tener proyectos de economía solidaria si no hay comunidades para ejecutarlos? ¿Cómo vamos a transmitir a las nuevas generaciones el cuidar de la casa común si no hay ambiente donde la gente se conoce, se sostiene, se ama? ¿Cómo vamos a tener una verdadera participación ciudadana si no hay espacios de vida donde todos, pero especialmente los jóvenes, aprenden la convivencia dando su contribución? ¿Cómo vamos a ser pueblo y país si no tenemos experiencia de sostener y ser sostenidos/as en una comunidad concreta?

La noche del octavo día, con el Pa’i Aquilino, sobre la “administración de la casa común”, me vino como un flash. Vi que la lucha por la AFC, la lucha por preservar las tierras, la lucha por un ambiente sano, todo esto abundantemente fundamentado en la Doctrina Social de la Iglesia y las enseñanzas de los últimos Papas (ahí nos iluminó el P. Cristhian Páiva), vi todo esto de una manera unificada. Me vino la idea de un lema para concretar nuestro plan de pastoral:
Arraigados en Cristo, cultivar comunidades.
Ñañekarama Cristo rehe ha ñamoheñói comunidad.
Es solamente una idea. Pero ven un poco adónde creo que vamos. Necesitamos retornar a los orígenes de nuestra diócesis, fundada desde las experiencias de CEBs, con la ilusión de tener mil focos de vida cristiana con sus servidores, mil comunidades empeñadas en testimoniar su fe y transformar como un fermento la sociedad, el mundo. Esto no es el pasado. Es nuestro futuro. Esto lo quiero decir especialmente a los jóvenes en este primer año del Trienio. Sabemos que son una generación “especial” pero no queremos ni debemos dejarles formar grupos a parte. Ustedes necesitan de esta comunidad que arraiga y da identidad, y la comunidad necesita también de ustedes, su energía, su creatividad, sus búsquedas, su vida.

Dios nos bendiga. María, madre de la la primera comunidad, interceda por nosotros. San Pedro, hombre de fe, líder de la primera Iglesia, ruega por nosotros.

sábado, 24 de junio de 2017

Verdad, miedo y testimonio

No hay nada oculto que no llegue a saberse… No tengan miedo.” Es el miedo que suele tapar la verdad y crear una complicidad del silencio. Miedo al qué dirán, miedo a perder la imagen, miedo a la reacciones hostiles, miedo –fundado en lo real o pura fantasía– a represalias, miedo a perder privilegios, miedo al mundo nuevo, impredecible, que traerá la irrupción de la verdad… Jesús no promete un futuro tranquilo, sin dolor, pero asegura que vale la pena apostar por la sinceridad y encarar nuestros miedos. Nos ayuda a vivir esas crisis donde va a explotar una realidad que nos duele, no como desgracias sino como verdaderos acontecimientos de liberación y de crecimiento, oportunidades par una comunión más auténtica.

viernes, 16 de junio de 2017

¿Entienden?

Cuando termina el episodio del lavado de los pies, Jesús pregunta: “¿Entienden lo que hice?” Siento que pregunta lo mismo después de romper el pan y pasar la copa: ¿Entienden lo que estoy haciendo? Compartiendo una comida de fiesta, con estos alimentos a la vez sencillos y tan simbólicos en la cultura, pronunciando esas palabras tan chocantes: “Es mi carne, es mi sangre...” En este momento solemne antes de su muerte violenta aceptada en la libertad, Jesús hace estos gestos que hablan fuerte: servir, romper(se), alimentar, compartir, tocar, dar sentido,… Para que hagamos lo mismo. La fiesta de Corpus Christi no es una fiesta sentada e inmóvil. No es primeramente de adoración. Es de entrega y de servicio. Comulgamos a Jesús servidor y pedimos la gracia de “entender” y vivir como Él.

sábado, 10 de junio de 2017

Se quieren

Textos cortos en este domingo de la Santísima Trinidad. ¿Qué más se puede decir? Se quieren. El Padre al Hijo, el Hijo al Padre. El maestro a sus discípulos, los discípulos al maestro. Los amigos. Algunas parejas. Gente que cuida a un anciano. Madres con sus criaturas.  Unos parientes que visitan a un preso. Educadores que insisten en acompañar a quienes se rebelan y los rechazan, y al final acogen esta presencia en sus vidas. Los que reciben en su casa y a su mesa, con alegría y hospitalidad. Los que salen a visitar a los demás en su mundo, con apertura y respeto. Los que dan sus vidas para que otros crezcan, se sanen, vivan plenamente. Los que arriesgan sus privilegios para que otros tengan vida y libertad. Los que celebran la belleza del mundo con su arte. Los que sirven a su gente sin publicidad, ni ruido. Se quieren. Aman. Y esto “mueve todo el universo”. Y punto.

sábado, 3 de junio de 2017

Aliento

Estaban en la pieza, encerrados, traumados por la muerte del amigo, y miedosos del “mundo” allá afuera. Vino un viento con fuego, vino el mismo Jesús y sopló sobre ellos. Estaban como “muertos-vivos”. Recibieron aliento, ánimo, fuerza, vida, la intimidad de la comunión entre Padre y el Hijo, para salir, ir a la plaza, al encuentro de gente de “todas las naciones”, a compartir “las maravillas de Dios”, conversando con “cada uno en su idioma”. Hoy también, estamos encerrados en nuestros prejuicios, en nuestras categorías, en nuestras ideologías, en nuestras costumbres donde no entran los diferentes. Hoy viene otra vez este aliento para salir “sin demoras, sin miedo y sin asco” (Evangelii Gaudium, 23) al encuentro de los demás para vivir una nueva experiencia de hermandad.

sábado, 27 de mayo de 2017

Otro tipo de ausencia

Durante varias semanas del Tiempo Pascual estuvimos pasando entre la alegre noticia de la Resurrección y el dolor de la separación y de la partida. Día de la Ascensión, Jesús se va, pero dice: “Estoy con ustedes para siempre”. Para nosotros, sus discípulos, es una invitación a tener la misma confianza en nuestra “ausencia”. Si nuestro testimonio es auténtico, la distancia y el tiempo sólo lo pueden fortalecer. No se trata de la ausencia irresponsable que abandona a los demás sino de una alianza de amor que los sigue y acompaña, en el compromiso, en la oración, en la amistad. Por esto las despedidas, por más dolorosas y difíciles, son tan importantes.

sábado, 20 de mayo de 2017

Presencia

El Evangelio de Juan repite frecuentemente la conexión entre “si me aman” y “conservarán mis mandamientos”. Para que se dé la presencia profunda e íntima de Dios en nosotros, como en cualquier relación, hace falta despertar, vivir la alianza, abrirnos a un compromiso, y no ser pasivos a la expectativa de “pruebas”, encerrados en nuestros egoísmos, esperando que Dios se haga presente según nuestros cálculos y términos. Vivimos esta realidad con nuestra misma gente: en la medida en que estamos abiertos y comprometidos en la comunidad, en la familia, en la sociedad, los demás “existen” para nosotros. Si condicionamos su “existir” a nuestras expectativas, los matamos, los expulsamos de nuestro mundo. Creer en la resurrección de Jesús es dejarnos abrir radicalmente, que nazca en nosotros un amor grande como no lo creíamos posible, un amor que “conserva” a los demás y los hace presentes más allá de todas nuestras limitaciones.

viernes, 24 de marzo de 2017

Experiencia

Yo no sé quién es. Sólo sé que era ciego y ahora veo.” El hombre habla de su experiencia. Está en medio de un debate sobre quién hizo esto y cómo, pero él no puede volver atrás y dudar. Deberíamos prestar su capacidad de quedarse cerca de lo concreto, de los hechos, de lo que ha vivido. En este tiempo de falsas noticias, de opiniones que valen más que testimonios, de mentiras sobre los propios hechos, de gritos que reemplazan argumentos, de sistemas rígidos que no aceptan nuevos sucesos, ¿cómo crear una “cultura de la paz y del diálogo”, si no comenzamos por reconocer la realidad? No es cierto que todo es interpretación e ideología. Podemos abrirnos a los demás, y conocerlos, más allá de nuestros prejuicios. Podemos conocer a Dios; se comunica, en la realidad nuestra. Hay que dar un paso de confianza y dejarnos transformar en el proceso.

viernes, 17 de marzo de 2017

Agua viva


El diálogo de Jesús con la Samaritana comienza con cruzar una frontera pesada con prejuicios y divisiones culturales, religiosas y políticas. Él entra en contacto, le habla a ella, le pide algo. Según la cultura, la religión y la política, no debería. Según la cultura, la religión y la política, ella es “menos” y debería estar en la expectativa de un menosprecio o, en el mejor caso, indiferencia. ¿Por qué me hablas si sos más rico, más educado, más religioso, más autoridad, más “importante”? Esta escala no funciona con Jesús. Sólo quiere liberar la “fuente de agua viva” que brota en el corazón de cada persona.

viernes, 10 de marzo de 2017

Preferencia

¿Ya experimentaste esto de ser testigo de una preferencia, de una predilección? De algunas forma te sentís fuera. De otra, sabes que estás viendo algo grande. Una pareja que se quiere de verdad. Unos amigos que se sostienen en la prueba. Una relación de padre o madre con su hija o su hijo. Un/a educador/a que tiene un vínculo especial con un/a alumno/a. Dios bendice a su pueble eligiendo a uno o una, amando con amor de predilección. Delante de esto, nos podemos rebelar y decir que es injusto. Podemos quedar mudos, con pavor ante el misterio sagrado. Podemos sentir celos. Ésta es la experiencia cristiana fundamental: el Padre ama al Hijo. Es algo que pasa entre ellos. Nos toca. Sobra todo para nosotros. Pero quedamos ahí sin entender, con respeto, desposeídos, celebrando el amor “ajeno” que nos sana. Esta misma actitud es una bendición.

Ir al desierto

Entrar en cuaresma es ir al desierto como Jesús. E ir al desierto es como meternos en remojo, dejar tiempo para que se disuelvan las manchas profundas e incrustadas en el tejido de nuestras vidas. Es significativo que el diablo tienta a Jesús con versículos de la Biblia. Le explica y justifica todo, con una lógica torcida al la que no se puede responder si uno no está bien centrado. Ir al desierto significa para nosotros tomarnos un tiempo en serio para deshacer, demoler estos discursos muy bien construidos, muy bien argumentados, con autoridad de la ciencia, o de la sabiduría, o de la Biblia, usada para justificar nuestros egoísmos, nuestras puertas cerradas al encuentro y la novedad, nuestra pereza espiritual, nuestros rencores y fanatismos, y muchos más pecados.

domingo, 22 de enero de 2017

"Para que se cumpliera la Escritura..."

Muchas veces encontraremos esta fórmula durante el “Año Mateo”. No es una fórmula vacía. Tampoco es una suerte de “prueba mágica”, como si estuviera diciendo: mira… lo sabían años, siglos antes, y todo pasó como habían predicho. No. Es mucho más profundo. Mateo quiere decir: Jesús cumple las aspiraciones más profundas de su cultura, de su religión, de su lenguaje. Así como nosotros tenemos muchas palabras cargadas de afecto y de significado: sy, kuimba’e, mburuvicha, juaju, jaiko ojuehe oñopehenguéicha,… y aspiramos a que revelen su pleno sentido en la vida de las personas, en nuestras vidas, sin la corrupción habitual que suele embarrarlas. El Evangelio dice: Jesús, sí, cumplió, llenó, hizo realidad el lenguaje de su mundo. A su ejemplo, y por la fuerza del Espíritu Santo, podemos hacer realidad los anhelos profundos de nuestra cultura y nuestra lengua.

sábado, 7 de enero de 2017

Así ¡no!

Las mamás suelen corregir así a las criaturas. Juan Bautista también “intentó disuadir” a Jesús que se presentaba para el bautismo, que pasaba por la fila común, que no se mostraba con sus atuendos de Mesías, que revertía los papeles entre quién debía de bautizarse y quién bautizar. La vida de Jesús está escrita en esta corta frase. También la vida de los evangelizadores. Todos tienen que, en algún momento, romper el esquema, con palabra y ejemplo, para que sus oyentes descubran la novedad escandalosa de Jesús, el primero que se hace el último, el maestro que se hace esclavo, el que no se aferra a su “condición divina” y se hace como nosotros. No se “hace gua’u” el humilde para ganar apoyo, sino que muestra a todos el verdadero camino de la vida, el verdadero bautismo.

Contemplativos

Son unos sabios de otras culturas y religiones: científicos, filósofos, gente que observa y reflexiona, gente que quiere ahondar el qué y el por qué, que echa una mirada profunda sobre el mundo. Vieron una señal y siguieron, para entender y descubrir el misterio. Igual, tuvieron que pasar por un largo viaje, por Jerusalén y los especialistas de la Ley y las intrigas del rey. No se detuvieron en su búsqueda. Llegados a destinación, por su misma actitud contemplativa, supieron que la escena humilde ante sus ojos representaba algo grande para “todas las naciones”. Quedaron allí en adoración, ofreciendo no sólo sus regalos sino su presencia, su trayectoria, su propia condición de ciudadanos del mundo, a la vez extraordinariamente capaces y totalmente sobrepasados por el camino pobre elegido por Dios. La contemplación dirige nuestra mirada hacia lo más profundo e importante de todas las realidades que vivimos. Nos alegra y nos pacifica. Nos guía para decidir. Hace que nuestra simple presencia pueda ser transformadora.

domingo, 1 de enero de 2017

Lo guardaba todo en su corazón


y no en su celular. Estamos grabando todo pero sólo la apariencia. Sacamos todo en foto, desde la mascota hasta el plato de comida, desde el encuentro hasta el paisaje, desde el bebé hasta la farra, sin hablar de los accidentes y los conflictos, pero parece que hemos perdido la capacidad de mirar desde el interior. María vivía los acontecimientos, estaba presente, plenamente, y los guardaba, los rumiaba, los tenía como una oración y una reflexión permanente, como una búsqueda de sentido, de rumbo, de mayor plenitud de vida. Nuestra vida está pasando así, delante de nosotros, con nosotros o, por lo menos, pasa como una invitación a participar y a dar sentido. No quedemos en lo superficial.